La sexta y última semana de la Gran Cuaresma se llama semana de los Ramos. Durante seis días antes del...
... sábado de la resurrección de Lázaro y al día siguiente, Domingo de Ramos, nuestra Iglesia nos propone seguir a Cristo que es el primero en anunciar el fallecimiento de su amigo y luego emprende Su viaje a Betania y a Jerusalén.
En el epicentro de nuestra atención está Lázaro. Su nombre significa “Dios es nuestro auxilio”. Su enfermedad, su muerte, el llanto de sus familiares y finalmente la reacción de Cristo frente a todo ello. Esta semana, antes del domingo de Ramos, pasa con la meditación espiritual sobre el próximo encuentro de Cristo con la muerte, primero en la persona de Su amigo, Lázaro, y luego con Su propia muerte. Se acerca la “hora de Cristo” sobre la cual habló con frecuencia y hacia la cual se orientaba toda Su misión en la tierra.
En este día festejamos con júbilo la Resurrección de Lázaro por obra de Cristo. Es de una gran importancia meditar todas estas cosas conmovedoras para el pensamiento humano, pocos días antes de la Pasión y la Resurrección.
Hemos visto hasta ahora que la Cuaresma tiene dos partes. Hasta el domingo de la veneración de la Santa Cruz, la Iglesia nos propone concentrarnos, dominar nuestra carne y las pasiones, al maligno y los pecados. Pero después de cumplir todas estas cosas nos propone constantemente que miremos hacia delante, que revisemos nuestro esfuerzo y que apuntemos hacia algo mejor que ha sido preparado para nosotros. La resurrección de Lázaro por obra de Cristo, una semana antes de Su propia Resurrección, nos prepara para vivenciar este misterio del encuentro de la muerte con el príncipe de la vida en nuestra vida personal y en nuestra lucha espiritual.
... sábado de la resurrección de Lázaro y al día siguiente, Domingo de Ramos, nuestra Iglesia nos propone seguir a Cristo que es el primero en anunciar el fallecimiento de su amigo y luego emprende Su viaje a Betania y a Jerusalén.
En el epicentro de nuestra atención está Lázaro. Su nombre significa “Dios es nuestro auxilio”. Su enfermedad, su muerte, el llanto de sus familiares y finalmente la reacción de Cristo frente a todo ello. Esta semana, antes del domingo de Ramos, pasa con la meditación espiritual sobre el próximo encuentro de Cristo con la muerte, primero en la persona de Su amigo, Lázaro, y luego con Su propia muerte. Se acerca la “hora de Cristo” sobre la cual habló con frecuencia y hacia la cual se orientaba toda Su misión en la tierra.
En este día festejamos con júbilo la Resurrección de Lázaro por obra de Cristo. Es de una gran importancia meditar todas estas cosas conmovedoras para el pensamiento humano, pocos días antes de la Pasión y la Resurrección.
Hemos visto hasta ahora que la Cuaresma tiene dos partes. Hasta el domingo de la veneración de la Santa Cruz, la Iglesia nos propone concentrarnos, dominar nuestra carne y las pasiones, al maligno y los pecados. Pero después de cumplir todas estas cosas nos propone constantemente que miremos hacia delante, que revisemos nuestro esfuerzo y que apuntemos hacia algo mejor que ha sido preparado para nosotros. La resurrección de Lázaro por obra de Cristo, una semana antes de Su propia Resurrección, nos prepara para vivenciar este misterio del encuentro de la muerte con el príncipe de la vida en nuestra vida personal y en nuestra lucha espiritual.
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